La relación de Europa con el café es muy intensa. Los europeos han creado una cultura entorno a esta bebida que va más allá de su consumo, de qué variedades les gustan o de qué tipo de café beben. Esa cultura incluye unas preciosas cafeterías, en las que tomar una taza de café es algo más.

El origen hay que buscarlo a finales del siglo XIX y principios del XX, cuando los cafés europeos se convirtieron en puntos de encuentro de intelectuales, escritores y políticos y dejaron de ser unas cafeterías normales para pasar a parecer una institución cultural con decoraciones equiparables a las de algunos palacios.

Un ejemplo es el Café New York de Budapest. Construido a finales del XIX era el punto de encuentro de la elite cultural del país. Tiene una decoración monumental, con estatuas de bronce, candelabros, los techos están repletos de pinturas y de oro y de ellos cuelgan lámparas ornamentales, que contratan con la línea moderna de las mesas y sofás.

Otro clásico es el Café Florian en Venecia. Situado en la Piazza San Marco, este café resume a la perfección la elegancia de la ciudad, y en él puede sentir la tradición veneciana.

Si viajamos a uno de los países de más consumo de café, Suecia, podemos visitar una curiosa cafetería, Rosendal Trädgard en Estocolmo. Es un antiguo invernadero (han mantenido la estructura de cristal) en medio de los famosos jardines de la isla de Djurgarden. Además, sus pasteles son artesanos y orgánicos.

Si quieres seguir con la comida artesana y ecológica tienes que visitar The Barn en Berlín, una cafetería fiel a la filosofía Slow Food en la que las variedades y los tipos de café tienen una cosa en común, proceden de pequeños productores y tostaderos.

Si te gustan los cafés curiosos, tienes que visitar Londres. Allí puedes degustar las diferentes variedades que encontraras en The Attendant, una cafetería enclavada en un antiguo baño público, del que conservan los urinarios y azulejos de la época, así como el enrejado negro y las escaleras para acceder. También está Cereal Killer Café, donde el café se consume en camas y donde puedes encontrar más de 120 tipos de cereales de desayuno para elegir.

En el centro de Europa, en Praga, se encuentra el Café Imperial, una joya del art decó de la ciudad y que todavía conserva el sabor clásico en sus mosaicos, sus asientos de cuero color mostaza y su decoración recargada.

Cerca de Praga, en Viena, se encuentra el Café Central, que ofrece música en vivo todas las tardes y en el que, entre sus pilares de mármol, grandes lámparas y techos arqueados, se reunían y se reúnen los intelectuales austríacos.

Si nos vamos a Paris hay muchos donde elegir, pero nos quedamos con dos clásicos: Café de la Paix, en la Ópera, donde escritores e intelectuales se reunían a finales del XIX; y el café Le Deux Magots, en Saint-Germain-des-Pres, vinculado a las principales corrientes literarias y muy presente en la cultura popular.

Y ya llegamos a la Península Ibérica. En España nos quedamos con Els Quatre Gats, que ha sido cervecería, cabaret, restaurante y café y que está inspirado en Le Chat Noir de Paris. En Portugal los referentes son A Brasileira, en Lisboa, donde la estatua de Fernando Pesoa señala su vinculación con la cultura y que fue el pionero en servir bica (espresso) y el Majestic de Porto, uno de los cafés más majestuosos del mundo, del que impresiona desde su fachada exterior a su decoración interior.

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